Libro De Marco Levario Turcott, 'deja Que Salga La Luna'

Descripción

Un personaje, un barrio, una cultura… En su novela Deja que salga la Luna. El Callejón de la Amargura y la muerte de José Alfredo (México, Ediciones é, 2021), Marco Levario Turcott recrea las últimas horas de la existencia de José Alfredo Jiménez, uno de los compositores mexicanos más importantes, pero no sólo ello: presenta un gran fresco de la cultura popular mexicana del siglo XX que se desarrolla en la Plaza Garibaldi.

Rosendo Vargas, personaje principal de la novela, un músico venido de la provincia que se avecinda en la gran sede mundial del mariachi, es una suerte de Virgilio que le permite al cronista adentrarse en el ambiente del barrio capitalino para relatar la existencia cotidiana de sus habitantes con sus luces (la solidaridad y la alegría, por ejemplo) y sus infiernos (el machismo, la pobreza, abusos de diversa laya, entre otros).

El fallecimiento de José Alfredo, ocurrido en noviembre de 1973, es motivo para conocer y reconocer, a grandes trazos, la demagogia del nacionalismo revolucionario del gobierno de Luis Echeverría Álvarez en la época de la incontrastable hegemonía política del PRI, con sus expresiones culturales.

En estas páginas también se narra la saga de la música popular mexicana del siglo XX, la que se adueñó de las noches capitalinas desde los patios de vecindades hasta los grandes centros nocturnos. Desfilan con gran oportunidad figuras de que se encargaron de dar cauce a sentimientos como el desgarro amoroso y la alegría del baile. Así, vemos pasar lo mismo a Agustín Lara que al sonido La Changa, a las grandes figuras de la música ranchera que una evocación del festival de rock de Avándaro.

Sin embargo, una buena crónica de la cultura popular estaría incompleta si no se toma en cuenta la relevancia que en ella tienen los grandes héroes (logrados o fracasados, da lo mismo) del deporte. Las figuras míticas de boxeadores (del Kid Azteca y el Chango Casanova hasta Rubén el Púas Olivares), de futbolistas y equipos legendarios (la Tota Carbajal, Pelé, las Chivas, el América) y también, cómo no, de estrellas del pancracio (el Santo, Black Shadow, etcétera).

Todo ello y más constituye un México que ya no existe, el que, sin embargo, no sólo es bueno recordar (o conocer, si es el caso). Al final del libro hay una reflexión sobre las grandes transformaciones que en el último medio siglo ha habido en diversos ámbitos del mundo y del país, pese a las cuales podemos apreciar que, después de todas ellas, muchos elementos del universo de la novela aún permanecen aquí, con y entre nosotros.

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