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Descripción

«Das Lied von der Erde» (La canción de la tierra) de Mahler está subtitulada «Una sinfonía para voz de tenor, contralto (o barítono) y orquesta». Examina la frontera entre dos géneros diferentes: el Lied, en su forma extendida como ciclo de canciones, y la sinfonía. Y como siempre en la música de Mahler, esa frontera es cualquier cosa menos blanco y negro. No cabe duda de que la obra difiere radicalmente de un simple ciclo de canciones: los Lieder están impregnados de técnicas sinfónicas y algunos movimientos sinfónicos se construyen a partir de enormes estrofas. Los interludios se expanden hasta convertirse en secciones de desarrollo en las que ocurren cosas importantes. De hecho, los eventos temáticos tienen lugar en la orquesta y, en cierto sentido, los solistas también forman parte de la entretejida textura orquestal. La secuencia de movimientos también sigue la de una sinfonía: en los pesados movimientos exteriores se nota claramente la forma de una sonata que brilla a través de las estructuras de las estrofas, y es evidente que se están produciendo procesos sinfónicos. Dos movimientos interiores sustituyen al movimiento lento y al scherzo sarcástico. Toda la obra está atravesada por un arco tenso, que culmina, de acuerdo con el principio de intensificación, en un enorme movimiento final que dura tanto como todos los demás juntos, y que lleva por título Der Abschied (La despedida). Aquí, Mahler continúa con el género de la «Sinfonía final», y el brillo de do menor a do mayor recuerda incluso a sus apoteosis habituales. En esta sinfonía, como en las demás, Mahler quería «crear un mundo utilizando todos los medios técnicos existentes». El diseño formal de la obra es único y las exigencias que impone a sus intérpretes son extremas. Se necesitan dos cantantes de Lied con mucha experiencia que, junto con el enorme aparato orquestal, tengan que ser capaces de actuar como solistas y, al mismo tiempo, integrarse en la estructura sinfónica como voces de concierto. Aquí se necesita un cuerpo sonoro excelente y bien coordinado y, por supuesto, un director altamente competente para garantizar la cohesión y dar espíritu y alma a una obra de tal envergadura.

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