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Características principales

Título del libro
La contemplación en el Islam
Autor
Osman Nuri Topbas
Idioma
Español
Editorial del libro
Erkam

Otras características

Peso
150 g
Tipo de narración
Religión, Teología, Islam.
ISBN
9789944833295

Descripción

Título: La contemplación en el Islam
Autor: Osman Nuri Topbas
Editorial: Erkam
Año: 2011
País: Turquía
Idioma: Español
Traducción: Abu Bakr Gallego
Editor: Yasin Gallego
ISBN: 978-9944-83-329-5
Encuadernación: Rústico. Pegado.
Medidas: 18 cm X 11 cm
Páginas: 213
Peso: 150 grs.
Estado de conservación: Nuevo

Precio: $ 300 pesos mexicanos.

Nota:
* Entrega mediante “Mercado Envíos” a todo el país.

Reseña:
Un saludo eterno a nuestro Amado Profeta, qué Allah le bendiga y le conceda la paz, a él y a su Familia, y sus Compañeros, quienes contemplaron el universo, la humanidad y el Noble Qur’an de la manera más profunda, bella y sensible, y enseñaron a sus seguidores a actuar de igual forma contemplando con el ojo del corazón. El Islam nos enseña a través de caminos diferentes cómo utilizar correctamente la razón, al tiempo que concede una gran importancia a su uso, considerándola una de las dos causas principales por las que somos responsables de nuestros actos.
Los límites de la razón: Un saludo eterno a nuestro Amado Profeta, qué Allah le bendiga y le conceda la paz, a él y a su Familia, y sus Compañeros, quienes contemplaron el universo, la humanidad y el Noble Qur’an de la manera más profunda, bella y sensible, y enseñaron a sus seguidores a actuar de igual forma contemplando con el ojo del corazón. El Islam nos enseña a través de caminos diferentes cómo utilizar correctamente la razón, al tiempo que concede una gran importancia a su uso, considerándola una de las dos causas principales por las que somos responsables de nuestros actos.
A la vez se nos recuerda constantemente que la capacidad de la razón no es ilimitada, ya que Allah, alabado sea, no ha concedido esta característica a ningún elemento de la Creación. Al igual que los sentidos de la vista y del oído tienen su límite, también lo tiene el poder de la comprensión racional. Hay innumerables seres cuya existencia elude nuestro sentido de la vista, e incontables sonidos que escapan a nuestro sentido del oído.
De la misma manera, existen aspectos de la verdad que transcienden nuestra comprensión racional ya que se sitúan fuera de sus límites. Por lo tanto, la razón no es suficiente para abarcar la realidad en su totalidad. Los filósofos, cuyas inclinaciones son evidentemente racionales, mantienen que la razón no tiene límites y la consideran una fuente inagotable de poder.
En realidad, arrastran a los que lograron convencer de que sean sus seguidores a la confusión y el sinsentido. Allah, glorificado sea, Quien conoce los defectos y fallos de Sus siervos mejor que ellos mismos, ha enviado, según las transmisiones, más de 124.000 profetas –sujetos a la Revelación Divina, y reforzados con las escrituras y los libros– los medios más poderosos de guía hacia la verdad, y al mismo tiempo una gran ayuda a la hora de rectificar nuestros conceptos espirituales y nuestra creencia errónea.
Por ello mismo, es imperativo que la razón se someta al entrenamiento del wahy –la Revelación Divina. La razón no sometida a la guía de la Divina Revelación es como un caballo salvaje que no solamente no coopera con el jinete para llegar a su destino, sino que lo lanza por un precipicio en el que perece.
La mejor manera de domesticar a un caballo salvaje es ponerle una brida y entrenarle. De la misma manera, es absolutamente necesario someter a la razón a un entrenamiento espiritual por medio del wahy y su explicación –tal fue la sunnah del Bendito Profeta, qué Allah le bendiga y le de la paz– ofreciéndole de esta manera una dirección correcta. Hasta que esto ocurra, la razón es como un arma –puede ser utilizada para el bien, y también, de manera radicalmente opuesta –para el mal.
El papel del corazón: En el Islam el iman, la fe, queda establecido por medio de la afirmación del corazón y de la declaración oral. Lo que esto significa es que el verdadero lugar en el que se manifiesta la fe no es en la razón sino en el corazón –el centro de la sensibilidad espiritual y del sentimiento. Es un punto de suma importancia, ya que la fe es un sentimiento sublime, mientras que la razón suministra los medios necesarios para salvaguardar una fase inicial del entendimiento y lograr ese sentimiento de la fe.
La fe no se da hasta que la Verdad Divina, aceptada por la razón, reciba su visto bueno en el corazón. Una fe no arraigada en el corazón no se transformará en actos ni dirigirá el comportamiento del creyente, dejando todas sus acciones sin valor ante el Todopoderoso. Es Allah Quien recrimina a los sabios de entre los Hijos de Israil, a los que compara con asnos cargados de libros, por haber fallado sus corazones en asimilar la Verdad Divina y, en consecuencia, no haberla puesto en práctica.
El conocimiento de la Verdad Divina, por lo tanto, no supone aprenderla intelectualmente. Saber significa descifrar por medio de la contemplación y la sensibilidad el misterio del increíble orden que reina en el Universo y en la existencia, y actuar acorde con él. Solamente un corazón iluminado por la luz de la fe puede conseguirlo. Los elementos que utiliza la razón a la hora de contemplar el Universo y el Noble Qur’an, se pueden comparar con las materias primas que extraemos de la tierra.
La transformación de estos materiales en algo que tenga valor, es obra del corazón –centro de la sensibilidad espiritual y del sentimiento. Su función, significativamente delimitada por los conceptos de intuición e inspiración, consiste en la unificación de las pruebas ofrecidas por la razón, lo cual lleva a una comprensión perfecta de la Verdad; un proceso comparable al que tiene lugar a la hora de unir las piezas de un jarrón roto de manera que se pueda manifestar de nuevo su verdadera forma original.
Es obvio, pues, que la manera perfecta de alcanzar la verdad y el bien es la de entrenar a la razón con la revelación, para que después sea el corazón maduro quien pueda realizar su función de reparar los defectos de la razón. El valor de la contemplación también depende del refuerzo que reciba de la espiritualidad.
Dicho de otro modo, depende del esfuerzo equilibrado y armó- nico de ambos –el corazón y la razón. Si la balanza se inclina hacia la razón, el resultado puede ser un buen individuo en términos de este mundo, hijo de sus propias obras.
Sin embargo, para convertirnos en un Musulmán maduro es necesario que el corazón, el centro de los sentimientos y de la sensibilidad, reciba un entrenamiento espiritual que le haga desarrollar las funciones que le servirán para guiar a la razón, ya que es el corazón quien dirige el pensamiento, mientras que el pensamiento dirige a la voluntad. En la práctica, esto significa que la intención de actuar se origina en el corazón; de hecho, son los sentimientos los que se encuentran incrustados allí.
La rectificación del corazón según el mandato Divino tiene por lo tanto mayor importancia que el mantenimiento del equilibrio de las otras partes del cuerpo. Existe un tipo de seudo-contemplación basado en los deseos de naturaleza egoísta, vulnerable a las enfermedades del espíritu, como el orgullo y la vanidad, carente de la guía del corazón, que se desvía cada vez más de su curso natural y lleva al hombre a la transgresión y la depravación.

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