La Misa De Arlequín, Firmado Y Dedicado A Carlo Coccioli
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Características del producto
Características principales
Título del libro | La misa de Arlequín |
---|---|
Autor | Guillermo Meneses |
Idioma | Español |
Editorial del libro | Ateneo de Caracas |
Color de la portada | Violeta |
Tapa del libro | Dura |
Tamaño de la letra | Estándar |
Con índice | No |
Año de publicación | 1962 |
Otras características
Cantidad de páginas | 208 |
---|---|
Material de la tapa del libro | Papel |
Con páginas para colorear | No |
Con realidad aumentada | No |
Género del libro | Carlo Coccioli,Literatura,Venezuela |
Subgéneros del libro | Libros |
Tipo de narración | Novela |
Descripción
La misa de Arlequín
Guillermo Meneses
Caracas: Ateneo de Caracas, 1962
208p.
1a edición
Ejemplar con dedicatoria y firma del autor hacia el escritor Carlo Coccioli
Guillermo Meneses (Caracas, 14 de diciembre de 1911 - Porlamar, 29 de diciembre de 1978) fue un escritor, político y diplomático venezolano, recordado por ser autor, entre otras obras, de los relatos La Balandra Isabel llegó esta tarde y La mano junto al muro.
Meneses se doctoró en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela y ejerció la profesión destacando su labor como Procurador del Estado Miranda y juez. Durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez fue nombrado secretario de la embajada de Venezuela en París y Bruselas. También trabajó como periodista, lo cual le sirvió para mostrar su opinión sobre el quehacer político nacional. Fue fundador de revistas (destaca Cubagua (1938) junto a Juan Liscano), así como columnista (Élite, Sábado (de Colombia), El Nacional y El Universal) y director de la revista CAL. Fue elegido Cronista de Caracas en 1965.
Nacido en Livorno en 1920, Carlo Coccioli murió en la Ciudad de México en 2003, capital del país a la cual llegó en el medio siglo, enamorado de los muchachos mexicanos. Entre Texas, París y Florencia, Coccioli hizo de México el eje de sus amores más perdurables. No pocas de sus singularidades se han convertido en lugares comunes para la vida cotidiana de Occidente; pero por ello es útil enumerarlas. Homosexual de impronta masculinista, se dijo desprovisto, por ello, de la necesidad de recibir auxilio de las musas. Partisano antifascista en las postrimerías de la Segunda Guerra, no tuvo empacho en reconocer que la Resistencia fue al mismo tiempo heroísmo y payasada.
Su problemático catolicismo devino en respeto por las grandes tradiciones del judaísmo, el hinduísmo y el budismo, aunque ello no lo volvió ecuménico: apoyó en 1989 la fatwa del Ayotalá Jomeini contra la pretendida blasfemia de Salman Rushdie aunque nunca dudó de la superioridad moral de las democracias liberales. Jainista al grado de azucarar los hormigueros de sus casas para nutrir a sus laboriosas y diminutas criaturas, procuró la vida (y hasta la resurrección) para su indeseada fauna doméstica, rogándole a las altas potestades por sus ratas y ratones; lloró a sus perros muertos como a los hijos fallecidos que no tuvo y una de sus novelas más conocidas, como en el caso de J.R. Ackerley, la dedicó a su mascota más querida: Fiorello, réquiem para un perro (1973).
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